El depredador

El depredador

En mi casa tenemos dos basuras. Una es para los desperdicios generales y otra para plásticos, cartón y papel. Aun así, no somos muy juiciosos en su uso y hay veces, si encontramos una llena, acudimos a la otra sin clasificar. Además de esto, nos encantan los duchazos largos y calientes y pocas veces en la semana estamos dispuestos a dejar de comer carne. Nos gusta el aire acondicionado en el carro incluso cuando no hace calor afuera y nos encanta estrenar cuadernos nuevos cuando empieza el año escolar. En los restaurantes nos resistimos a tomar nuestras bebidas sin pitillo y en el mercado pocas veces nos acordamos de llevar nuestras bolsas, de hecho, nos gusta pedirlas en la caja porque sirven para ponerlas en los baños ¿Les suena familiar?

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Este tipo de comportamientos que seguramente existen en muchas de nuestras casas y que realmente sabemos que aumentan las dificultades con el medio ambiente que tenemos en el planeta son las que debemos corregir. Seguramente como adultos, con algunos resabios y con costumbres somos difíciles de corregir, por lo que los niños deben ser nuestros tutores. Si mi hija de 12 o el de 8 años me corrigen (regañan realmente) y se muestran intolerantes ante mis faltas medioambientales, poco a poco en mi casa seremos mejores miembros del reino animal y menos depredadores de los recursos de nuestro planeta.

 

 

De esto, en gran parte se deben tratar los colegios. Son las instituciones educativas la verdadera instancia en donde podemos generar un cambio rápido y eficaz, de fondo y certero. Poner vallas, cobrar impuestos y sumar a los dueños de las cadenas de mercados por supuesto que hay que hacerlo, pero claramente, en mi caso y en la mayoría de los conocidos con quien tengo confianza, estas medidas generales no han servido realmente.

 

 

La educación que se imparte en los colegios definitivamente se puede medir con las pruebas y con los esfuerzos que se hacen por desarrollar el pensamiento. Aun así, no servirá de nada si estas instituciones con todos los galardones dejan grandes huellas de carbono en su operación. O, pero aun, si los pequeños genios de la matemática y políglotas que formamos no cuidan eficazmente su entorno.

 

 

Es por esto que con estas letras, las cuales espero no sean impresas en papel, quiero hacer una declaratoria como líder escolar: Vamos a trabajar sin tregua en ser un colegio que minimice su huella de carbono no sólo como institución sino en la casa de cada una de las familias. Seremos un poco incómodos en algunos casos, pero queremos que nuestros niños nos den nietos y que estos puedan disfrutar de ir al río, saber qué es un bosque realmente, respirar aire puro o ir a las mismas playas a las que nosotros fuimos en nuestra niñez. Es urgente. No es negociable. Es para ya.

 

 

 

Por: Telmo Peña Amaya, Rector Vermont School Medellín.

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