Cada niño tiene su ritmo de aprendizaje. Es importante que identifiques el de tu hijo y lo respetes, para que crezca seguro de sí mismo. Conoce cómo respetar su ritmo de aprendizaje es importante para el desarrollo de su personalidad.
El ritmo de aprendizaje es el tiempo que cada niño necesita para asimilar un nuevo concepto. El ritmo de cada uno es diferente, incluso entre hermanos se puede evidenciar que comienzan a caminar, hablar o controlar esfínteres a diferente edad.
Hasta la forma de aprender puede ser diferente. Algunas diferencias aparecen en los primeros meses de vida, por ejemplo en el tipo de gateo, pues algunos lo hacen de forma tradicional, otros sentado, como un gato o como serpiente.
No falta el que hable pronto y de forma clara, mientras que otros tardan en pronunciar todas las letras. Estos son solo algunos ejemplos de la diferencia en el tiempo que cada niño toma para aprender, para la estimulación en el desarrollo cognitivo desde la primera infancia.
No todos los niños son iguales
Entendiendo estas diferencias, la educación cambió.
Dicho cambio se nota en la creciente preferencia de los padres de familia por las instituciones donde cuentan con el modelo llamado educación moderna, que tiene en cuenta los diferentes ritmos de aprendizaje de los estudiantes
Es ideal que también tú conozcas esos ritmos. La ONG Save The Children publicó una cartilla que da pistas para conocer la etapa de desarrollo en la que se encuentran los niños de acuerdo con su edad, cuáles son sus necesidades y cómo responder ante estas adecuadamente.
Cada niño tiene su ritmo
Los niños son como esponjas que absorben los nuevos conocimientos de manera más ágil, pero ¿hasta qué punto se puede estimular?, ¿cuál es la forma de saber cómo proceder?
Si se les suministra demasiada información, y de manera acelerada, no tendrán la posibilidad de descubrir por su propia cuenta más detalles sobre cada tópico que se les enseñe, y podrían perder el interés por seguir aprendiendo de ello.
Es importante que tu hijo pueda tener su tiempo para que procese, disfrute y comprenda lo que viene aprendiendo, sin necesidad de entrar en el juego de la competencia (quién es el que aprende más fácil y quién es el más lento).
“Aunque no se perciba mucho, ante una alta exigencia tu hijo se podría sentir presionado ante tanta información, incluso también podría estresarse (esto en el caso en que le exijas demasiado). Esta situación crece en la medida en que lo comparas y usas calificativos como eres muy lento, perezoso, no te gusta aprender, por mencionar algunos”, comenta la psicóloga Fanny González.
¿Por qué es importante respetar el ritmo de aprendizaje de tu hijo?
Para el desarrollo de tu hijo es importante que las tareas que realice vayan acordes a su edad y proceso, para que garanticen su óptimo desarrollo. Sí, es cierto, quieres que aprenda todo ya, pero él aprenderá las cosas cuando esté preparado para hacerlo, no antes.
¿Y si lo presionas de más? Resulta que una alta exigencia puede generar lo opuesto a lo que deseas, podrá sentir desánimo y frustración. Si en cambio respetas su ritmo contribuirás a que sea seguro, tenga más autoestima y mayor confianza en sí mismo.
- No aceleres el ritmo de tu hijo
Estamos en un mundo acelerado, evolucionando constantemente, cambiante, competitivo, y sin saberlo esto también puede afectar a tu hijo. Si eres de esos padres que quiere que él sea el mejor para poder exhibir sus logros lo estás obligando a competir siempre por ser el mejor, no le das la oportunidad de equivocarse, de ser niño. Enséñale cómo relacionarse con el otro, a construir relaciones humanas, a ser real, enséñale que la calidad es mejor que la cantidad.
- Ir más rápido no es necesariamente una ventaja
Del afán solo queda el cansancio. En este caso la prisa no es buena, pues cada niño necesita un tiempo para comprender lo que se le está enseñando, necesita asimilarlo y entenderlo para luego interiorizarlo.
Ningún niño debería sentirse mal por necesitar más tiempo para aprender o entender lo que le dicen. No lo compares con otros.
- Para mejorar su autoestima, déjalo vivir experiencias de autonomía
Además de aprender, tu hijo debe interiorizar los aprendizajes a partir de un componente experiencial. Déjalo ser un agente activo, el protagonista de su proceso. De esta es su forma podrá descubrir y aprender a partir de la exploración, la curiosidad, la motivación y sus gustos e intereses.
La situación ideal de aprendizaje, dice Isabel Cabanellas, autora del libro Ritmos Infantiles. Tejidos de un paisaje interior, “es aquella en la que al niño y la niña se les plantean retos y disfrutan consiguiéndolos. Una infancia en la que el adulto respeta también sus tiempos, y que les ayuda, pero desde detrás. El niño siente que su madre y su padre le apoyan pero no le dictan, ni le resuelven el problema. Le respetan su modo particular de actuar. De esta manera, logrará sus propias conquistas, se responsabilizará de ellas y se enorgullecerá de sí mismo. También aprenderá a procurarse a sí mismo la felicidad”[1].
- Sin prisa, pero sin pausa
No te afanes porque tu hijo aprenda determinado concepto, él lo hará en su tiempo. Respetar su ritmo de aprendizaje ayudará a tu hijo a sentirse cómodo, relajado, adquirirá mayor autoestima, perseverancia y paciencia para hacer las cosas, pero sobre todo, aprenderá porque tiene ganas de aprender.
Si al enseñarle a tu hijo o ayudarle en el proceso educativo mantienes la calma y él se siente en un ambiente positivo, sin miedo, tendrá un aprendizaje auténtico, sentirá que vale la pena aprender.
Pero si por el contrario lo regañas, comparas, no cuidas las palabras que utilizas para ayudarle (eres muy lento, ya deberías de saberlo, no eres capaz, por mencionar algunas), le causarás daño emocional, pues sentirá que él no vale la pena y todo lo hace mal.
Acompáñalo en su camino de descubrir el mundo, bríndale seguridad, que sienta que puede contar contigo, juntos den pasos lentos pero firmes.
- Cero estrés
Aprender no es una competencia, es un proceso que debería estar determinado por la curiosidad, sin juicios.
El descubrimiento y la motivación son imprescindibles para mantener el deseo de seguir aprendiendo.
Si por el contrario tu hijo se siente agobiado, estresado o nervioso, podría no tener una formación auténtica, no asimilará lo aprendido.
Podrá aprenderse la lección de memoria, pero eso no significa que la haya comprendido. Es en este punto donde falla la educación tradicional.