Cuando hablamos de aprendizaje en nuestros hijos, estamos reconociendo que han desarrollado algunas habilidades que probablemente antes no tenían o no se habían terminado de afianzar. Desde la visión de la neurociencia, cuando se habla de aprendizaje, se hace referencia a nuevas conexiones neuronales que se generan en nuestro cerebro y nos permiten construir engramas o redes que permanecen en el tiempo y nos garantizan nuevas habilidades en nuestra vida.
Nuestro cerebro es un órgano maravilloso, que genera conexiones neuronales a un ritmo increíble a medida que absorbe la información del ambiente. Durante los primeros 7 años de vida, el cerebro tiene una capacidad única llamada plasticidad neuronal la cual, a medida que se avanza en la edad, va disminuyendo. Dicha capacidad, permite que el cerebro se moldee gracias a los estímulos recibidos del ambiente y de esta manera construya infinidades de aprendizajes.
Las ventanas de oportunidad son momentos críticos en los que algunas partes del cerebro desarrollan una enorme neuroplasticidad, para adquirir más rápido determinados aprendizajes. Dichas ventanas, son momentos en la vida que inician y finalizan a edades específicas, donde el aprendizaje ocurre de forma natural y efectiva. Una vez pasa el tiempo de la ventana, las posibilidades de aprender se reducen y lo más factible es que para adquirir el mismo aprendizaje se necesite más esfuerzo y dedicación para lograrlo. Es por esto, que resulta clave conocer el desarrollo infantil para determinar en qué momento tienen lugar estas ventanas de oportunidad y de esta manera, suministrar al niño el entorno y los estímulos apropiados para su edad y su proceso, sin dejar pasar desapercibidas estas oportunidades tan especiales que nos regala nuestro cerebro.
Está comprobado que las bases de la vida humana se construyen durante los primeros 7 años puesto que es el momento, en donde el cerebro está absorbiendo toda la información del mundo que nos rodea. Podríamos concluir entonces, que las experiencias tempranas tienen un impacto decisivo en la arquitectura del cerebro, sobre la cual se edifica la vida futura de cada uno de nuestros niños, lo cual nos deja, la enorme responsabilidad como padres y maestros de garantizar experiencias y estímulos que posibiliten el desarrollo de todo el potencial que cada niño trae consigo.
